Me gusta fotografiar caracoles. Hago largas sesiones de treinta o cuarenta fotos y el molusco-modelo suele colaborar, pues no puede salir corriendo, ni volar, ni saltar…como otros bichitos. Lo peor que puede pasar es que se encierre en su concha y tenga que interrumpir el reportaje. Se mueven con pasmosa lentitud, pero son constantes en su movimiento, además no hay obstáculos, ni superficie que se les resista. Es un animalito muy curioso, no tienen problemas de hipotecas, pues la vivienda crece a la par que el molusco. Si los niños vienen con un pan debajo del brazo, podemos afirmar que los caracoles nacen con la casa a cuesta, ya llegan al mundo con esta necesidad cubierta. Cuando quieren descansar, se retraen y cierran la puerta u opérculo.
En cuanto a la reproducción son hermafroditas, producen óvulos y espermatozoides, pero no se pueden autofecundar, necesitan un compañero para sus aventuras reproductivas, llegan a poner hasta cien huevos, que entre doce y treinta días se convertirán en diminutos caracolitos.
Corre un rumor popular sobre la etimología del nombre, que dice así, se llaman moluscos porque “moluscomemos”. Siendo dudosa dicha afirmación.
¿En qué se parece un caracol a un par de calcetines? Qué el caracol es un molusquito, y los calcetines o molusquito o meluspongo.
¿Sabéis que es una babosa?... Es un caracol divorciado.
Para horror del resto de mi family, ayer compré caracolillos para guisarlos, je, je...
ResponderEliminarCuando haga el post de los susodichos (si me salen porque es la primera vez que los voy a cocinar), haré alusión de tu post. Besos, guapo, esperamos que estés mejor.