Barcelona me sorprendió gratamente. La fugaz visita en los primeros días de Marzo me permitió contemplar una ciudad de grandes avenidas paralelas y perpendiculares, repleta de edificios majestuosos, con originales molduras y balcones... Me dolía ya el cuello de mirar las fachadas profusamente ricas en elementos arquitectónicos. Pasear, gratamente, desde La Plaza España, por la amplia avenida del Palacio de Ferias que desemboca a los pies del Montjuic. Subir al Monte de Los Judíos y admirar las vistas panorámicas de la ciudad.
Visitar el coqueto y colorido Mercado de La Boquería, saborear un refrescante zumo natural de fruta... Tuve la oportunidad de comprobar el habitual uso de las bicicletas, junto con las lujosas limusinas de una boda japonesa, estampa de contrastes...
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