En las flores, como en todo, existen las jerarquías y las clases sociales.
Están las señoronas de clase alta: las rosas, los tulipanes…
La clase media: los claveles, margaritas…
La clase baja, las flores pobres: Las florecillas silvestres que nacen solas, en cunetas, al borde de los caminos polvorientos, en los terrenos baldíos y abandonados, pero no por eso, menos bellas. Nacen y crecen solas, sin unas manos que las mimen, que las rieguen…
Este fin de semana, me dediqué a fotografiarlas, sus verdes, amarillos, lilas… me embaucaron. Juan Ramón Jiménez, le dedica un capítulo, en su libro Platero y Yo:
“Esta flor vivirá pocos días, Platero, aunque su recuerdo podrá ser eterno. Será su vivir como un día de tu primavera, como una primavera de mi vida... ¿Qué le diera yo al otoño, Platero, a cambio de esta flor divina, para que ella fuese, diariamente, el ejemplo sencillo y sin término de la nuestra?”
Si tenéis un ratito libre, leeros el libro. Son capítulos cortitos. Ahora que vienen los días más largos, aprovechad y leer uno cada día… Esto está prescrito, especialmente, para los que le cuesta trabajo terminar de leer el etiquetado de los productos alimenticios, entre los que se encuentra mi primo Juan. ¡Animo, que es poco y con letra grande!
Me gustan mucho las fotos y al ver esas flores tan bellas he pensado en la gran generosidad de nuestra madre tierra. No en vano el gran Rabindranath Tagore dijo: “La tierra es insultada y ofrece sus flores como respuesta”.
ResponderEliminar¿Sabes lo que se me ha venido al recuerdo al ver una de las fotografías? Nuestro viaje al Coto Doñana en el 91. Estoy fatal,...o me estoy haciendo vieja y esto es el preludio de las batallitas por contar. Besitos, muchos.
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